lunes, 17 de febrero de 2014

PARADOJAS EN LA EFICACIA EMPRESARIAL.

Por muy inteligente que sean los trabajadores, la empresa fracasara si está conducida de forma estúpida (Corbis)El conocimiento, el talento y la innovación son los conceptos centrales en la empresa de la última década. En un entorno de cambios veloces, las claves para mantener a una empresa en primera línea no pueden ser otras que la educación y la formación, resortes que disparan la creación de valor.  El sistema económico precisa de la creación de una clase trabajadora con cada vez mayores capacidades y competencias, lo que hizo afirmar a gurús de la gestión como Thomas Davenport y Lawrence Prusak que la forma más eficaz para que las empresas sigan siendo competitivas es “contratar a personas inteligentes y dejar que hablen entre sí”.
Pero si esta es la llave del futuro, y si las firmas han puesto el foco en el talento, ¿por qué toman tantas decisiones irracionales? ¿Por qué hay firmas tan rígidas? ¿Por qué existen muchas disfunciones en la gran corporación que la hacen tan ineficiente como la vieja máquina burocrática? Andre Spicer, profesor de comportamiento organizacional en la Cass Business School (City University of London), y Mats Alvesson, profesor de la School of Economics and Management (Lund University, Suecia), son los autores del artículo A Stupidity-Based Theory of Organisations, donde no sólo estudian cómo las limitaciones cognitivas conducen a prácticas semirracionales, o cómo las adhesiones a una ilusión absurda llevan a una firma sólida al desguace de los fondos buitre, sino que nos hablan de algo mucho más común y pernicioso que se vive en el día a día de las empresas.

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